sábado, 19 de abril de 2014

"Gabo, un gran escritor pero pésimo político"


Juan Restrepo. DIARIO LAS AMERICIAS

La muerte de Gabriel García Márquez abruma por el dolor de la pérdida y la caudalosa información sobre su vida. Nada más conocerse la noticia de su desaparición, todos los medios informativos dedicaron programas especiales y los periódicos de Bogotá sacaron ediciones extraordinarias. En tales espacios y piezas periodísticas abundaron testimonios de quienes lo conocieron y hasta hubo lugar para la agria polémica política por el desafortunado comentario de una congresista de ultraderecha enviándolo no precisamente al paraíso y deseándole pronta compañía con el más famoso de sus amigos cubanos.
La furiosa reacción no se hizo esperar, la deslenguada congresista tuvo que retirar su comentario de una red social y su partido, el del expresidente Álvaro Uribe, guardó un prudente silencio que supo a desautorización a su inoportuna parlamentaria. Y es que así como García Márquez es querido y admirado por la gran mayoría de los colombianos por su calidad intelectual y el valor literario de su obra, sus ideas y opiniones políticas siempre despertaron polémica. La opinión generalizada es que no era este el mejor momento para airearlas y que, en todo caso, la relación del escritor con Fidel Castro no será por lo que se recuerde al gran colombiano desaparecido.
Belisario Betancur, un expresidente que sí conoció mucho a García Márquez y fue su amigo personal, escribió a propósito de su muerte en un diario capitalino: “Para quehaceres de amistad o de búsqueda de la paz con la guerrilla o de bienquerencia política, Gabo gustaba del poder. Le encantaban los alrededores de los poderosos de la política no por ellos mismos en su vanagloria, nunca para que se le dispensaran favores personales o familiares, en lo cual era riguroso. Paradójicamente, en el fondo era por su inminencia, qué digo, por su identidad con los paradigmas de la libertad”.
Esa cercanía con los poderosos de que habla Betancur fue aprovechada por García Márquez en algunos momentos para buscar la paz para Colombia. El saber que su sola presencia abría todo tipo de puertas hizo que más de un gobernante colombiano pensara en García Márquez como el mediador ideal, pero ni siquiera sus buenos oficios hicieron posible la paz.
Doy fe ─ dice Betancur ─ que no gustaba de los políticos pero los respetaba. Sin duda gustaba más de la política como instrumento de sabiduría para ayudar a los pueblos a encontrar la libertad, la paz y la felicidad”. Es más, este expresidente que llegó a tener gran cercanía personal con Gabo sabía que el escritor no había votado por él sino por su rival, Alfonso López Michelsen, teóricamente un hombre a la izquierda de Betancur. Y este episodio que podría verse como una deslealtad llevó a Betancur a comentar con humor: “Gabo es un gran escritor, pero de corazón es un pésimo político”.
Por eso García Márquez intentó una incursión trasversal en la política colombiana ejerciendo el periodismo en su país en tres empresas que hoy se ven más como aventuras personales, la fundación y codirección de la revista de izquierda Alternativa, entre 1973 y 1980, y en la década de 1990 con el noticiero de televisión QAP y la revista Cambio, que tuvo también edición mexicana y que vendió en 2006.
No se sabe si decepcionado ante la imposibilidad hacer una mediación efectiva o simplemente por agotamiento físico, a García Márquez no se le volvieron a ver incursiones en política. Le quedó la impronta de su cercanía a Fidel Castro. Curiosamente hubo un cubano en la vida de García Márquez que lo marcó más que su polémico amigo, de todos conocido.
A ese cubano deberán estar más agradecidos los admiradores de la obra literaria, que al final es por lo que se conocerá siempre al Nobel de Literatura colombiano. Lo cuenta Dasso Saldívar en la biografía de García Márquez al referirse precisamente a una de sus primeras incursiones en el periodismo.