jueves, 14 de abril de 2016

Sobre la petición de Cuba Decide al Parlamento castrista


Mario J. Viera

"Este es el paso para que cada cubano pueda prosperar dignamente con el fruto de su trabajo. Un primer paso en libertad para buscar la felicidad en la manera que cada cubano decida. El derecho a decidir de los cubanos es un imperativo moral. Si tú decides, Cuba decide". Así define ese ente llamado Cuba Decide ─ y no es peyorativo el calificativo de “ente” pues él mismo se define como no ser una organización, ni tener una tendencia ideológica definida ─ el empeño que promueve al entregar una carta dirigida a Esteban Lazo para “ponerlo en conocimiento de que en fecha reciente presentaron en ese órgano de gobierno la iniciativa popular llamada Proyecto Varela” una iniciativa que cuenta con el apoyo de “más de 35.000 electores de cubanos”.

¿"el paso para que cada cubano pueda prosperar dignamente con el fruto de su trabajo"? ¿Un primer paso hacia la transición? ¿Un primer paso en libertad para buscar la felicidad? ¡Pura fantasía y explotar fuegos artificiales! Para alcanzar la transición no hay que elevar peticiones al Parlamento genuflexo, la Asamblea Nacional del supuesto Poder Popular, que solo ejecuta la voz del amo, siempre atento a la orden que emana del Olimpo comunista, del Buró Político, para cumplirla con disciplina férrea. Cuba Decide ¿a quién le solicita la realización del Plebiscito Vinculante? Nada más y nada menos que “a la Asamblea Nacional del Poder Popular, y a todos los asistentes al próximo congreso del Partido Comunista de Cuba”, es como pedirle al negrero que tenga piedad por el esclavo que es “cosa suya”.


Cuando se promueven peticiones al gobierno, a cualquiera de sus órganos de poder, Parlamento, Sistema Judicial y al propio Ejecutivo, se le está reconociendo legitimidad. La dictadura es ilegítima y usurpadora del gobierno legítimo; no es resultado de una verdadera autodeterminación nacional, sino de su propia determinación, de su propio poder, nace de ella misma y se impone por la fuerza, de su parte están su propia legalidad, la suya, los tribunales, las cárceles, los cuerpos policiacos y represivos y el ejército. Si el despotismo no se siente presionado por un poderoso reto político, impulsado y generado por las masas populares, no estará dispuesto a hacer concesiones ni abrirse al diálogo.  

Para alcanzar la transición hacia la democracia se requiere, en primer lugar, el firme y decidido apoyo de la población, no basta el apoyo pasivo de 30 mil o un millón de firmas, sino el grito en la calle, la exigencia por el cambio brotada de las gargantas indignadas de la población. Los déspotas no ceden por gracia su dominio; nunca estarán dispuestos a conceder cuotas de aperturas que pongan en peligro su poder hegemónico.
  
Desconocer, primero las ilegítimas instancias del Gobierno, negarles representatividad, ignorar las leyes brotadas de la Constitución espuria, no legitimar al poder solicitándole "cambios" partiendo del falso principio de "ir a la Ley a partir de la Ley"; ¿de qué Ley se está hablando? ¿de la Ley suprema de una constitución impuesta por el engaño y la manipulación? De lo que se habla es de retar al gobierno, no de pedirle por la vía legalista la concesión de reformas. De lo que se trata es exigir, no solicitar.


Se puede ser pacifista para no llamar a la confrontación violenta que derrame sangre; pero lo primero es lanzar el reto político, el reto de movilizar a esos más de 30 mil suscriptores a ese denominado "plebiscito vinculante" para exigir las reformas desde fuera de las instancias del poder. Esta no es la hora de peticiones plañideras a un gobierno que se niega a escuchar, que se niega a mover ni un solo milímetro de sus posiciones doctrinales y dictatoriales. Este momento es, como dijo Martí, "la hora de los hornos" y si se deja enfriar la caldera haciendo peticiones legalistas que solo son de interés mediático, de ganar un minuto de notoriedad, nada se habrá conseguido y la transición solo será el sueño de una noche de verano.

martes, 5 de abril de 2016

Con el odio sagrado de los pueblos

“El odio como factor de lucha, el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano… un pueblo sin odio no puede triunfar sobre un enemigo brutal”. (Ernesto Che Guevara)


¿Quién me hubiera dicho que un día estaría de acuerdo con una frase del psicópata argentino Ernesto Guevara? Es que en ocasiones hasta el mismo enemigo puede ser inspirador en la lucha para el rescate de la dignidad, de la libertad, de la democracia.

Y hablo de ese sentimiento, quizá no sea cristiano, pero si sagrado, que es el odio de los pueblos hacia sus opresores. Al opresor no se le puede conceder el perdón, al represor prepotente no podemos compadecerle. Hay que odiarle, con tenacidad, con vehemencia. Convertir al odio en factor de resistencia y ser intransigente con el miserable que pisotea el lirio de la dignidad humana. Ellos son, en sí, odio. Ellos no se inhiben en golpear, vejar, herir, perseguir y acosar, porque a ellos les mueve el odio y al odio no se le puede responder con palabras suaves; al que odia hay que odiar. Hay que inculcar el odio hacia el opresor. El mismo odio que recoge la Biblia en el relato de Jericó, el mismo que empleó Elías para devorar a sus perseguidores con fuego celestial.

El odio impulsa a los pueblos para aplastar a sus opresores; el odio derriba cercos, demuele murallas y aplasta cualquier resistencia del enemigo.


El comunismo ha dejado como legado miles de fosas comunes rellenas con los despojos materiales de sus víctimas ¿cómo no odiar a ese sistema de odio? El odio no conoce el temor; el odio impulsa; el odio es el amor hacia el pueblo oprimido; el odio es la posibilidad de rescatar el bien y la justicia y la bondad. Amar al hermano, al hombre justo, al sabio y al débil. Amar al que comparte fatigas comunes en la lucha por la dignidad y que comparte contigo su pan y te da amable consejo y te requiere con amor y te inspira en lo hermosos de la vida. El amor vence al odio cuando el odio sagrado de los pueblos ha vencido al odio de los tiranos.

Disparando cartuchos al viento

Sobre unas “propuestas de reformas” de Laritza Diversent


Mario J. Viera

Dejo de lado la consideración sobre el uso monótono y redundante del lenguaje de género del que hace gala la distinguida abogada Laritza Diversent, en sustitución del empleo, lingüísticamente correcto, del género inclusivo, para concentrarme en sus tres enjundiosos proyectos de reforma que intenta elevar a la consideración de la también distinguida Asamblea Nacional del Poder Popular. Tres Proyectos que, en verdad, son verdaderos escopetazos al viento, gasto inútil de pólvora. Mas, no obstante, ella los considera ser “tres claves de reforma como un instrumento para impulsar los cambios democráticos en nuestro país, que restablezcan el estado de derecho, la democracia, el pluralismo político y el respeto a los derechos humanos”.

Primero habría que preguntarle a la jurista ¿cuáles son esos “cambios democráticos” que hay que impulsar? Se impulsa lo que ya se ha iniciado pero que no avanza con suficiente velocidad; entonces según Diversent ya hay “cambios democráticos en nuestro país” que requieren ser impulsados. Si se toma en cuenta el párrafo de inicio de su artículo “Tres propuestas claves de reforma al Sistema Electoral Cubano”, donde se refiere a la declaración del Décimo Pleno del Comité Central del Partido Comunista (PCC) diciendo que en el Séptimo Congreso de ese partido se le pediría a la Asamblea Nacional del Poder Popular “modificar el proceso electoral y la adopción de una nueva Ley con vista a las elecciones generales de 2018” habría que colegir que, para Diversent, esta supuesta petición que el Congreso del PCC le hará al Parlamento genuflexo sea la manifestación de un cambio democrático.

Así, muy entusiasmada, ofrece a la sociedad civil sus tres claves maravillosas de reforma y “en especial a los grupos que están interesados en participar en el proceso iniciado por el PCC para promover “elecciones con integridad” basadas en los principios democráticos del sufragio universal y la igualdad política (el subrayado es de Laritza Diversent). Las claves mágicas para “una apertura política y una transición pacífica” son fruto de una investigación que realizó Cubalex, la organización que preside Diversent, “sobre el sistema electoral cubano y desarrolló debates en los que participaron representantes de organizaciones de la sociedad civil independiente, para detectar los obstáculos que impedían la participación política de los ciudadanos y ciudadanas en condiciones de igualdad” y agrega que consultaron “expertos ─ debió incluir además, “y expertas”) en el tema electoral en América Latina, para aprovechar la rica experiencia de la región en los últimos 30 años”. Actualizarse sobre lo último que en materia electoral se ha producido no está mal; es totalmente correcto; sin embargo ¿tomaron en cuenta, en esos estudios, la tradición electoralista que ya existía en la legislación republicana de Cuba? No hace falta un nuevo Código Electoral y sobra el que actualmente rige en Cuba o el que pretende elaborar la distinguida abogada, porque ya ese código existe, aunque susceptible de ser actualizado, y es el que fue aprobado por el Congreso como Ley 17 de 31 de mayo de 1943 y publicada en la Gaceta oficial de 19 de junio de 1943 o, como supletorio del mismo, la Ley Electoral de 1948. Del Código Electoral de 1943 existe una edición de la Editorial Lex, 1948 con notas y las más importantes Instrucciones y Acuerdos del Tribunal Superior Electoral, e índices de trámites de términos y alfabético.

La abogada Diversent nos propone en su artículo ya citado: “En busca de una apertura política y una transición pacífica, formulamos propuestas claves de reforma al sistema electoral para promover elecciones con integralidad, eliminando las restricciones al ejercicio del derecho a elegir y ser elegido, para hacer realidad el precepto constitucional que afirma que “Cuba es un Estado… independiente y soberano, organizado… como república unitaria y democrática, para el disfrute de la libertad política…” (Subrayado suyo)

¡Qué importa lo que establezca la vigente Constitución en sus enunciados! El artículo 1º de la Constitución vigente aclara muy bien (y esto es algo que Diversent omite con sus puntos suspensivos): “Cuba es un Estado socialista de trabajadores…” y en su Prólogo afirma que el Estado cubano está guiado por “las ideas político-sociales de Marx, Engels y Lenin”. Además, como bien expone Rafael Rojas en “La Soledad Constitucional del Socialismo Cubano” la constitución vigente, aunque el lenguaje en que su texto se ha redactado debe mucho a la Ley Fundamental del 59 y a la propia Constitución de 1940, en la práctica jurídica y política, su diseño constitucional recibe el mayor aporte de “la Constitución de la URSS de 1936, cuyo modelo, con diversas variaciones, fue adoptado por los países socialistas que se incorporaron al bloque soviético luego de la Segunda Guerra Mundial. Especialmente, los capítulos referidos a la “organización social”, la “organización del Estado”, los “órganos superiores del Poder del Estado” – despojados de su naturaleza federal ─ y, sobre todo, los “órganos locales del Poder del Estado”, “tribunales y Ministerio Público” y “derechos y obligaciones” de la Constitución soviética fueron tomados en cuenta, prioritariamente, por los constitucionalistas cubanos”; en fin de cuentas se trata de una Constitución de carácter eminentemente estalinista.

Es preciso destacar lo establecido en el artículo 53 de la Constitución actualmente vigente para el Estado cubano: artículo 53o.- “Se reconoce a los ciudadanos libertad de palabra y prensa conforme a los fines de la sociedad socialista. Las condiciones materiales para su ejercicio están dadas por el hecho de que la prensa, la radio, la televisión, el cine y otros medios de difusión masiva son de propiedad estatal o social y no pueden ser objeto, en ningún caso, de propiedad privada, lo que asegura su uso al servicio exclusivo del pueblo trabajador y del interés de la sociedad”. Conforme a los fines de la sociedad socialista. Es decir, conforme a los fines del Partido Comunista de Cuba, pues este de acuerdo al artículo 5 del cuerpo constitucional “es la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado, que organiza y orienta los esfuerzos comunes hacia los altos fines de la construcción del socialismo y el avance hacia la sociedad comunista”. (Los subrayados son míos)

¿Qué posibilidades de éxito, siguiendo el procedimiento legista que propone Laritza Diversent, pudieran tener las “tres claves de reforma como un instrumento para impulsar los cambios democráticos en nuestro país, que restablezcan el estado de derecho, la democracia, el pluralismo político y el respeto a los derechos humanos,  en especial a los grupos que están interesados en participar en el proceso iniciado por el PCC, para promover “elecciones con integridad” basadas en los principios democráticos del sufragio universal y la igualdad política”? Sencillamente, NINGUNA.

Con la primeramente enunciada propuesta reformista se dice que, “se reconoce el derecho de los y las ciudadanas a presentarse como candidatos y candidatas a ocupar un cargo público electivo a todos los niveles, como representante de un movimiento, partido político o asociación cívica política”. Constitucionalmente esto solo es privativo de los militantes del PCC; y el Partido, repetimos, es la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado. Primer escopetazo al viento.

Y Diversent asegura: “La propuesta generada por organizaciones de la sociedad civil garantiza a los y las ciudadanas, el derecho a organizarse en movimientos, partidos políticos o asociaciones cívicas políticas según sus preferencias políticas ideológicas, para la formulación de propuestas sobre políticas públicas, promoción del debate público y la observación de procesos electorales”. Estas no son propuestas de ahora, sino exigencias de siempre. Exigencias que no tienen que formularse dentro de los marcos jurídicos del régimen castrista, donde no tienen cabida. Son y deben ser exigencias exógenas, reclamos a enarbolar por una resistencia organizada, disciplinada y armada de una adecuada estrategia de reto político. Presentarse ante la Asamblea Nacional del Poder Popular como humildes consejeros es solo el segundo fogonazo al viento.

Reconociendo que “la Comisión Electoral Nacional (CEN), máximo órgano electoral, solo funciona en tiempo de elecciones y se integra por mandato del Consejo de Estado. Su carácter transitorio, designación por un órgano político y la no profesionalidad de sus miembros, atenta contra su independencia e imparcialidad”; independencia e imparcialidad, agrego yo, que no tiene ningún interés en concederle el Consejo de Estado a ningún organismo del Estado. Reconoce además Cubalex que “el Registro de Electores está a cargo del Ministerio del Interior, una institución militar, inhibiendo a los y las ciudadanas solicitar la información necesaria para ejercer sus derechos políticos”. La fuente de poder del actual régimen dimana de su carácter policíaco-militar, del poder que disfrutan tanto el Ministerio del Interior como el Ministerio de las Fuerzas Armadas. Así, en medio de estas condiciones objetivas se levanta la subjetividad legalista de Cubalex asegurando que su “proyecto de reforma, busca generar confiabilidad y garantizar los derechos políticos de los y las ciudadanas, así como la integralidad y transparencia de las elecciones, dando al órgano electoral, carácter descentralizado y permanente, y adscribiéndole el Registro de Electores para garantizar la independencia funcional y económica, de ambas instituciones, y de los funcionarios que la integran”. Y los gerifaltes del gobierno, como son tan llenos de buenas intenciones se dispondrán asi, solo por el consejo también lleno de buenas intenciones de Cubalex, que no gritan, que no salen a las calles a exigir derechos, que pueden ser opositores, pero no tan demoledores, a introducir estas maravillosas reformas para la legislación electoral. Este es el tercer cartucho que se dispara al viento.

Pero hay más; si mucho más. Casi al concluir su corto artículo lleno de tan nobles intenciones nos dice nuestra distinguida jurista: “Además, solicitamos el apoyo de la comunidad internacional pues nuestro Gobierno se niega a escucharnos y a dialogar sobre este tema”. ¡Ya, solicitud que será escuchada por la comunidad internacional! ¡Por Dios, hasta donde tal ingenuidad! Si la comunidad internacional no discute temas tan escabrosos con el régimen de Castro por cuestiones de soberanía y por aquello de la autodeterminación de los pueblos; si esa misma comunidad internacional, al menos la latinoamericana accedió a darle representatividad al castrismo en el seno de la organización de Estados Americanos, aunque el castrismo no aceptara tal reconocimiento y este gobierno, que no es nuestro, al menos no es mío porque yo no lo elegí en elecciones libres y transparentes – un abogado debe ser muy preciso en cuanto a las cuestiones de semántica léxica ─ tiene asiento dentro de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y, nada más y nada menos, miembro activo en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Es interesante reconocer que Laritza Diversent reconoce que: “A cada propuesta de la sociedad civil, el Gobierno responde con más represión, estigmatización y discriminación. Necesitamos nos ayuden abrir canales de comunicación con las autoridades, necesitamos mediación e interlocución”. Supongamos que algún gobierno o alguna organización internacional se ofreciera a servir como mediador e interlocutor entre el gobierno de los Castro y Cubalex, algo muy poco probable, ¿aceptaría el Partido Comunista participar en este diálogo? Lo dudo.

Gene Sharp ha anotado que, “con frecuencia la población sometida no quiere la lucha, y está temporalmente incapacitada para ella, porque no tiene confianza en su propia capacidad de enfrentar la dictadura feroz, y no ve una manera razonable de salvarse por su propio esfuerzo. En consecuencia, no es extraño que confíe sus esperanzas de liberación a la acción de otros. Las fuerzas externas pueden ser: la “opinión pública”, las Naciones Unidas, un país en particular o sanciones internacionales económicas y políticas” y luego agrega con la siguiente afirmación: “Sin embargo, las presiones internacionales pueden ser muy útiles cuando apoyan un poderoso movimiento de resistencia interna”. Solo si existe un poderoso movimiento de resistencia interna se puede producir una reacción de la comunidad y de los organismos internacionales favorables a aquellos que se enfrentan a una dictadura.

 En cuestiones de debates sobre temas de carácter político entre organizaciones de la comunidad civil y su gobierno, la comunidad internacional no mostrará ningún interés en involucrarse ni aún en el caso frente a un gobierno dictatorial. Los escopetazos al viento no conmocionan a la opinión internacional, si acaso solo serán tema de atención relativa para los medios.

Finalmente, Laritza Diversent finaliza diciendo: “Recordamos al Estado cubano que el 1º de mayo de 2013, se sometió a Examen Periódico Universal (EPU) y de manera constructiva aceptó y se comprometió voluntariamente a adoptar medidas positivas para promover la participación efectiva de las organizaciones no gubernamentales y las instituciones de la sociedad civil en la adopción de legislación para promover los derechos humanos”.

Han transcurrido ya tres años de aquel Examen Periódico Universal de la situación de los derechos humanos en Cuba ¿qué ha mejorado en cuanto a los derechos civiles y políticos de los ciudadanos cubanos ─ prefiero utilizar el sustantivo incluyente ─? Nada, todo sigue igual y seguirá mientras no haya un reto político fuerte por parte de la oposición y de la ciudadanía. Raúl Castro cumplirá su promesa, de eso no caben dudas; promoverá la participación efectiva de las organizaciones supuestamente “no gubernamentales”, como la Federación de Mujeres Cubanas, las Federaciones Estudiantiles, la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños y las instituciones de la sociedad civil como la Central de Trabajadores de Cuba y el Consejo de Iglesias de Cuba, pero no le prestará ni la menor atención a las organizaciones de la sociedad civil emergente entre las cuales también se encuentra Cubalex.


¿Por qué perder el tiempo y hacerlo perder también al pueblo? Fuegos artificiales que no son útiles para encender el pasto. No se trata de activismo pacífico o no violento, sino de actos de pasividad y renuncia que en su accionar solo sirven para darle legitimidad al régimen de los usurpadores.

lunes, 4 de abril de 2016

LA OPORTUNIDAD DEL REFERENDO


Ha llegado el momento. Por años la disidencia cubana ha solicitado la realización de un referendo nacional, para que sea el pueblo quien decida bajo qué sistema de gobierno quiere vivir. Algunas organizaciones bien intencionadas, pero con gran candidez política, creen que solo con la recogida de miles de firmas en apoyo a un proyecto de referendo, presentadas ante la Asamblea Nacional del Poder Popular, el régimen va a acceder a llevarlo a cabo. ¡Ah, es que el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones! Confían que se puede llegar a la Ley a partir de la Ley. ¡Incautos! Las leyes del Estado cubano son siempre susceptibles de enmiendas según los intereses de su cúpula gobernante.

Desde su instauración en el poder, el castrismo ha buscado su legitimidad en el apoyo de las masas, de las turbas. Las masas siempre han sido la herramienta de contención de esas mismas masas por el régimen. Si el gobierno usurpador es condenado en un foro internacional cualquiera, convoca a la movilización masiva en su apoyo y, así, poder alegar: “El pueblo está unido al Partido”.

Havel lo dijo, las masas son siempre víctimas y sostén de la tiranía. La sociología ha demostrado que la mentalidad del hombre cediendo su individualidad al influjo de la masa es la de un idiota.

Pero las masas pueden volverse en contra de quienes les manipulan y volcar de un solo golpe al poder ilegítimo. Sí, en las masas está el poder y al mismo tiempo, valga el oxímoron, la debilidad de los regímenes totalitarios.

El próximo Primero de mayo lo convoca el castrismo con un solo y único propósito disimulado bajo la consigna de exigir la devolución de la Base Naval de Guantánamo y el Levantamiento del Embargo, el transmitir la impresión que el discurso pronunciado en La Habana por Barack Obama no caló en la conciencia del pueblo y que el pueblo está firme en su apoyo a la dictadura. El castrismo quiere presentar el primero de mayo como un referendo a su favor, y ciertamente podrá blasonar de ello si la concurrencia al desfile resulta masiva y grandiosa.

Para la oposición, el desfile del primero de mayo que se está organizando puede ser la oportunidad tan esperada del referendo que le diga NO a la dictadura castrista. La consigna de la oposición interna del momento no es gritar “¡Abajo los Castro!”; la consigna que ahora se debe divulgar es: “¡Nadie al desfile del primero de mayo!”; es llamar al pueblo con la consigna: “¡Somos el cambio! ¡No desfilar el primero de mayo!”

El exilio debe unirse en el mismo reclamo. Divulgar por todos los medios, por las páginas sociales Facebook y Twitter y por Radio Martí, la consigna de no al desfile del primero de mayo. Ahí tiene una gran oportunidad #Todos marchamos, para impulsar el no a la farsa del primero de mayo. Hay que convertir el primero de mayo en la primera gran derrota de la dictadura, en el mensaje decidido de no apoyo a la tiranía; el mensaje de que el pueblo no quiere más de lo mismo, que quiere verdaderas reformas y cambios verdaderos.


Por su parte, a no dudarlo, el castrismo reforzará en todo el mes de abril la represión para infundir temor; para intentar disuadir al pueblo de cualquier intento de resistencia. Este, como diría José Martí, es el momento de los hornos.

viernes, 1 de abril de 2016

No fue racismo… fue payasada


Mario J. Viera

Ver un artículo de opinión con un título tan sugestivo como ese de “Negro, ¿tú eres sueco?” ya de entrada llama la atención. La suspicacia aparece y se dice, “Hm, aquí está clara la insinuación racista”. Surge la pregunta de inmediato: “¿Quién escribió este artículo?” Debe ser algún blanco que se cree mejor humano porque tiene blanca su piel. La curiosidad invita a la lectura: ¿Quién es ese negro que se cree o se hace el sueco? Solo con leer el párrafo inicial se da uno cuenta de qué negro se trata: “Hace apenas unas horas, La Habana fue escenario de lo que, sin lugar a dudas, constituye la noticia más importante en mucho tiempo. El presidente de los Estados Unidos visitó la capital de las Mayor de las Antillas…” ¡Nada más y nada menos que el Presidente de los Estados Unidos de América, Barack Obama! Evidentemente el artículo expresa desprecio hacia la condición racial de Obama y de paso se emplea el peyorativo decir que dice “hacerse el sueco” para indicar hipocresía… ¿Serán hipócritas los suecos?

Y la poca feliz expresión aparece en uno de los periodicuchos que circulan en Cuba, ese que se identifica como “Tribuna de La Habana”. Entonces de este lado del Estrecho de la Florida, tirios y troyanos, que es decir demócratas y republicanos afilamos nuestras plumas, o el tablero de la computadora, para caerle arriba al castrismo por esa manifestación de racismo, clara, evidente, tangible, presente en uno de sus medios informativos, pero… ¡Un momento! Descubrimos al autor de libelo. Su nombre, Elías Argudín. Y ¿quién carajo es este Argudín? ¡Sorpresa, Argudín es un negro castrista! Uno de esos tíos Tom que habitan en la cabaña de troncos del Partido Comunista de Cuba, que reciben paga para hacer loas a los prohombres del poder en Cuba.

Entonces uno piensa y analiza y no, no se trata de racismo; se trata de algo más humillante; algo que resulta sumisión indigna, de uno que se dice periodista; porque sí, quizá el escribidor estudió en la Escuela de periodismo lacayuno que fabrica aduladores y maestros en el arte de decir melifluas alabanzas y verdades a medias que son mentiras completas. Se trata solamente de una payasada, un chistecito para que los jefes le concedan una sonrisita.

Una payasada para unirse al coro de lenguaraces que se hacen eco del berrinche de los ancianitos del Comité Central porque alguien, en sus propias caras les dijera cuatro verdades. El pretende ser original con su chistecito, “al estilo de Virulo”; ¿al estilo de Virulo? Sí, Virulo es un humorista y trovador, pero… ¡Tan irreverente que es, que a veces sus chistes no caen muy bien en la tierra de los dinosaurios! Y él es como mismo dice del cubano que “tiene gran vocación para burlarse de todo, y ese es el choteo cubano, una manera de abordar la realidad a través de la burla”. Y ha compuesto una nueva canción mezcla burla, mezcla trova, con el título “Cuba sí, yanquis… ¿qué?”: “Yo nunca me imaginé/ que de repente consorte/ que el gringo se iba a volver/ mi camarada del norte…” Entonces, ¿se inspiró Argudín en aquella parte da la canción de Virulo donde se dice: “Mami, ¿qué es lo que quiere el negrito? / Tú no preguntes m’ijito…” Y en este uso de “negrito”, dentro del contexto de la canción nada hay de peyorativo.

Ahora, pregunto yo: “Mami, ¿qué quiere el negrito? / Congraciarse, m’ijito”.

Veamos lo más de interés que hay en el artículo de Argudín:

El segundo párrafo del artículo “Negro, ¿tú eres sueco?” así dice Argudín, presentando a Obama como un fallido César conquistador: “Obama vino, vio, pero desafortunadamente, con el pretendido gesto de tender la mano, también quiso vencer”. Es el empleo de la frase “veni, vidi, vici” que César utilizó en carta al Senado romano para describir su fulminante victoria en la batalla de Zela, es decir, el mensaje subliminal es: “Obama es el representante del imperio (César) y el imperio sigue siendo el mismo”; y Obama, el imperio, condiciona el avance en las relaciones, dice Argudín, “a peticiones que laceran la soberanía, en cuestiones que solo a los del patio atañen”. ¿Cuáles, según Argudín, son esas peticiones que “laceran la soberanía” planteadas por Obama ante la cara del Pequeño Hermano? ¿Acaso esto que dijo?: “Creo que los ciudadanos deben tener la libertad de decir lo que piensan sin miedo de organizarse y criticar a su Gobierno, y de protestar pacíficamente; y que el Estado de Derecho no debe incluir detenciones arbitrarias de las personas que ejercen esos derechos. Creo que cada persona debe tener la libertad de practicar su religión en paz y públicamente. Y, sí, creo que los electores deben poder elegir a sus gobiernos en elecciones libres y democráticas”. Tal vez lo que lacera la soberanía cubana fueron estas palabras dichas por el Presidente de Estados Unidos: “Debiera ser más fácil abrir un negocio aquí en Cuba. Un trabajador debiera poder conseguir un trabajo directamente con las empresas que invierten aquí en Cuba. Dos monedas no deben separar el tipo de salarios que los cubanos pueden ganar”.

El tercer párrafo no tiene desperdicio, leamos: “Durante su estancia, elogio, ahora bien, sin importarle la acogida de los anfitriones y su condición de invitado, mucho más allá del reconocimiento, optó por criticar y sugerir, con sutilezas, en una velada, pero a la vez inconfundible, incitación a la rebeldía y el desorden, sin importarle estar en morada ajena. No cabe dudas, a Obama se le fue la mano”.

¿En qué se le fue la mano a Obama? ¿Incitó Obama, sutil y veladamente, “a la rebeldía y el desorden”? ¡Bingo! Ahí está la explicación de esa histeria de descalificaciones que han lanzado, desde el mismo instante en que Obama terminaba su discurso, primero dos ridículas marionetas repitiendo consignas, frases hechas y las acostumbradas falacias, después el mismo Fidel Castro balbuciendo tonterías y a continuación el coro; reflejo exacto de las limitaciones y temores del régimen artrósico de gobierno de un solo partido.

Veamos las “sutilezas” de Obama que incitan a la rebeldía y al desorden: “Cuba ─ señaló Obama para remarcar las diferencias esenciales entre el gobierno de los Castro y el gobierno de los Estados Unidos ─ tiene un sistema de partido único; Estados Unidos es una democracia multipartidista. Cuba tiene un modelo económico socialista; Estados Unidos, uno de mercado abierto. Cuba ha enfatizado el papel y los derechos del Estado; los Estados Unidos fueron fundados en los derechos de la persona individual”. ¿Qué más? Tal vez sea una incitación a la rebeldía esto que dijera el jefe de gobierno de Washington: “Y hoy, quiero compartir con ustedes mi visión de lo que puede ser nuestro futuro. Quiero que el pueblo cubano ─ especialmente los jóvenes entienda por qué creo que ustedes deben ver el futuro con esperanza. Y no es la falsa promesa que insiste en que las cosas son mejores de lo que realmente son, o el optimismo ciego que dice que todos sus problemas podrán desaparecer mañana. Es una esperanza que tiene sus raíces en el futuro que ustedes pueden elegir, y pueden conformar, y pueden construir para su país”. No, tal vez la sutil incitación de Obama se encierra en estas palabras: “…si se levantara el embargo mañana, los cubanos no se darían cuenta de su potencial sin una continuidad de los cambios aquí en Cuba”. ¿Cambios? ¿Quién necesita cambios en Cuba? ¡Somos tan felices, con la falta de alimentos, con nuestras casas en ruinas y las calles sucias y con todo el sistema de acueductos convertido en un desastre, con nuestros sueldos miserables, con la constante vigilancia de los órganos represivos, la Seguridad del Estado y la policía?

Si la incitación es sutil, así lo presiente Argudín, cuando escuchó esto que dijera Obama: “Internet debe estar disponible en toda la isla, para que los cubanos puedan conectarse con el resto del mundo y con uno de los grandes motores del crecimiento en la historia humana. Estados Unidos no limita la capacidad de Cuba para tomar estas medidas. Depende de ustedes (…) Si uno no puede acceder a la información en línea, si no puede estar expuesto a diferentes puntos de vista, no alcanzará su máximo potencial. Y con el tiempo, la juventud va a perder la esperanza”. Hay más, Obama está incitando al desorden: “Estados Unidos no tiene ni la capacidad, ni la intención de imponer un cambio en Cuba. Cualquier cambio que venga dependerá del pueblo cubano”.

Obama incita a la rebeldía, ¿Cómo se atreve a decir cosas tales como esta?: “Ya está teniendo lugar una evolución dentro de Cuba, un cambio generacional. Muchos sugerían que viniera aquí y le pidiera al pueblo de Cuba que echara abajo algo, pero estoy apelando a los jóvenes cubanos, que son los que van a levantar algo, a construir algo nuevo. [En español] El futuro de Cuba tiene que estar en las manos del pueblo cubano”. Se le fue la mano al decir que el futuro tiene que estar en las manos del pueblo cuando, como lo debe entender Argudín, el futuro de Cuba solo puede descansar en la acertada dirección del Partido Comunista de Cuba, así lo debe creer Argudín, ¡es que el pueblo es tan estúpido!


Veamos y concluyamos con el cuarto párrafo del hermoso artículo de Elías Argudín: “Fuimos muy corteses, incluso al punto de dejarle hablar a solas (y a sus anchas) con los enemigos dentro de la propia casa, a fin de cuentas, está en contra del inhumano y cruel bloqueo; es una lástima que viniera a darse cuenta cuando ya está por finalizar su segundo mandato, y no tiene chance para otra reelección”. Pregunta ¿quién coño eres tú Argudín para dejarle hacer a cualquier dignatario extranjero en Cuba lo que crea correcto hacer? Eso le corresponde al gobierno, no a ti… ¡Esperen, que ahora me doy cuenta de algo! Argudín no es el vocero de sí mismo, sino vocero del Partido Comunista, solo repite lo que le ordenen que repita, al fin y al cabo, es tan sumiso como sumiso era el Tío Tom. Y no, no fue racista lo que escribió, fue payasada y servilismo.