jueves, 1 de diciembre de 2016

El Muro de Trump y México

Mario J. Viera




La frontera entre Estados Unidos y México se extiende 3.169 kilómetros (1.969 millas), cruzando desiertos, ríos, pueblos y ciudades desde el Pacífico hasta el Golfo de México.


El grito es poderoso: “¡Asegurar la frontera!”, y la razón “Impedir el paso de drogas, de criminales, de terroristas y de indeseables inmigrantes ilegales”. Razón que convence y tanto es, que Trump alcanzó el apoyo de millones por su propuesta nacionalista de levantar un enorme muro, más poderoso que el Muro de Berlín, tan grandioso como la Muralla China, para separar a México de los Estados California, Arizona, New Mexico y Texas.

Pero los mexicanos son duros de cabeza y se empeñan en cruzar la frontera para asentarse en las tierras de los americanos, para invadir esas tierras de Estados Unidos, una invasión, que se cree, se asemeja a la de los bárbaros que invadieron las fronteras del imperio romano y finalmente provocaron su caída, y por supuesto eso no se puede permitir ¡De ningún modo! La historia, el recuerdo ancestral que vive y pervive en el ánima de muchos buenos americanos, confirma que hay que protegerse de los extranjeros que invaden sus territorios, no sea que asentándose por millones lleguen a apoderarse de las tierras invadidas.

La Historia lo deja bien establecido y, sino, pregúntesele a los mismos mexicanos. ¡Ah, la historia! La historia es tan terca que se empeña ponernos ante los ojos algunas cosas que no podemos pasar por alto. Y nos habla la historia cuando México no era México, sino una provincia del Virreinato español de la Nueva España y como los mexicanos trataron de librarse del yugo español. Y la lucha por la independencia la inicia, según nos cuenta la historia, un cura ilustrado de la Parroquia de Dolores llamado Miguel Hidalgo. Hidalgo que conspiraba contra el virrey de la Nueva España es descubierto y, entonces, no le quedó otra opción, en su parroquia, convocó a los parroquianos, liberó a lo que estaban presos por sus ideas independistas y se apoderó de las armas de la guarnición local. Al siguiente día, el 16 de septiembre de 1810, Hidalgo ofició una misa colmada de seguidores e hizo el llamado a tomar las armas contra las fuerzas españolas, llamado que la historia recoge como el Grito de Dolores.
 
Fronteras del Virreinato de la Nueva España
¿Y qué pinta este relato con la idea del Muro de Trump? Nada, solo asociación de ideas, porque por aquellos años después del Grito de Dolores, apareció un hombre, un americano aventurero de nombre William Shaler, quien, por ser amigo del que era Secretario de Estado de los Estados Unidos, el Presidente James Madison le nombró agente confidencial y enviado a la Nueva España para observar o espiar, ¡da lo mismo!, cómo se desenvolvía en Veracruz la actividad insurgente. Y Shaler, hombre de iniciativas, conoció en Luisiana al mexicano Bernardo Gutiérrez de Lara y le aconsejó y le inspiró a lanzarse contra los españoles; y organizó el americano un ejército irregular con hombres de Estados Unidos para lanzar, junto a Gutiérrez de Lara, la llamada Expedición de Gutiérrez-Magee o Ejército Republicano del Norte, y muerto Magee, quien era el jefe militar de la expedición, el mando lo ocupó Samuel Kemper, y derrotó una expedición realista obligando al gobernador español en la provincia de Tejas a rendirse. Pero Bernardo Gutiérrez tenía sus ambiciones y se proclamó gobernador de la República de Texas y permitió que se ejecutara al gobernador español, lo que hizo que Kemper le abandonara, al final los realistas lograron aplastar al Ejército Republicano del Norte quedando Texas de nuevo bajo la soberanía virreinal. Conclusiones, quedaría estrictamente prohibida la entrada de cualquier estadounidense a la provincia novohispana de Tejas, es que no querían los novohispanos que hubiera en su territorio inmigrantes ilegales.

Pero Texas ya estaba en los propósitos expansionistas de Estados Unidos y un nuevo personaje haría su aparición a poco de alcanzar México su independencia, Joel Robert Poinsett un hombre bien diferente al filibustero Shaler. Poinsett sería el primer agente especial designado a México por el gobierno del presidente de Estados Unidos, James Monroe en 1822. Su misión: persuadir al gobierno imperial de Agustín de Iturbide y proponerle que le vendiera una gran cantidad de territorios del norte del primer Imperio Mexicano, de Texas, Nuevo México, Alta y Baja California, Sonora, Coahuila y Nuevo León, y firmar un tratado de amistad y comercio y un tratado de límites.

En 1825, Estados Unidos pretendía anexionar Texas por medio de su compra a México, ofreciendo inicialmente un pago de un millón de dólares y un año después hizo la puja hasta llegar a ofrecer un pago de cinco millones, propuestas ambas que México rechazaría. Durante el gobierno del presidente de México, Anastasio Bustamante, el Congreso mexicano aprobaría varias propuestas para asegurar sus fronteras, entre las que se incluían la exigencia de que Texas fuera poblada por españoles mexicanos y se construyeran fortines entre Texas y los Estados Unidos... ¡pero estas propuestas quedaron olvidadas ya en 1832!

Y comenzó la migración de americanos hacia el territorio mexicano de Texas impulsada por Moses Austin y con el apoyo del presidente Andrew Jackson que alentaría a su colaborador Samuel Houston a darle forma a aquella pacífica invasión. Y creció, y creció la colonia de americanos en Texas y se hicieron fuertes...

¿Qué hubiera ocurrido si México, en 1834, hubiera alzado un muro en su frontera norte como el que ahora propone Donald Trump construir en la frontera sur de Estados Unidos? ¿Qué habría sucedido si un presidente mexicano se hubiera decidido por criminalizar la inmigración ilegal y limitar la inmigración legal a su territorio norteño, como ahora se propone el presidente designado de Estados Unidos?

Cosas de la historia, probablemente Texas no se habría declarado independiente y Estados Unidos no la hubiera podido anexar. Un gran muro ¿podría haber impedido la invasión pacífica de los colonos americanos? Pero México no construyó el muro, ni limitó la inmigración, ni deportó a los inmigrantes ilegales y entonces hubo un El Álamo, y hubo un combate donde cae prisionero el caudillo mexicano Antonio López de Santa Anna en la batalla de San Jacinto y se ve obligado, estando prisionero, a firmar el 14 de mayo de 1836 el Tratado de Velasco por el que México reconocía de facto la independencia de Texas fijando como límite, entre Texas y México, el río Bravo y no el anterior fijado más al norte en el río Nueces. Y en 1845 Texas dejó de ser mexicano y se hizo estadounidense. Pero la franja comprendida entre el Nueces y el Bravo continuó siendo territorio reclamado por México y Estados Unidos, porque el Congreso de México no aceptaba los términos del Tratado de Velasco.
 
Franja entre Río Nueces y Río Bravo
¡Ah, caramba, México no aprendía la lección! Así, la Alta California iba recibiendo numerosos inmigrantes ilegales anglosajones desde 1819 e incrementándose después de 1823 y tratando de ordenar esa inmigración ilegal ¿qué hizo el gobierno mexicano? No desarrolló, como ahora ocurre en Estados Unidos, una fuerte campaña en contra de la inmigración ilegal, sino que dio nuevas concesiones de colonización, sin tomar en cuenta que Estados Unidos ya tenía puestos sus ojos en la Alta California. Luego de Texas, en octubre de 1895, James Knox Polk, conspiraba para anexar pacíficamente a la Alta California; sin embargo, los mexicanos seguían despreocupados o solo preocupados por los reclamos de la franja en disputa en Texas, y no vieron lo que les venía encima. Si México hubiera levantado un gran muro en lo que le quedaba de frontera en 1838, ¿cuál habría sido la historia? El problema es que en aquellos años a nadie se le ocurría construir muros gigantescos, ni nuevas murallas chinas.

Pero la cosa se pondría, como dicen los mexicanos, color de hormiga, cuando el presidente de Estados Unidos envió tropas a la zona disputada entre el río Nueces y el río Bravo y fuera esa tropa emboscada por fuerzas mexicanas el 25 de abril de 1846. Entonces Polk aprovechó el incidente y habló ante el Congreso de Estados Unidos proclamando: “Sangre estadounidense ha sido derramada en suelo estadounidense...” aunque no fuera en suelo de Estados Unidos sino en suelo en disputa por los Estados Unidos. El 13 de mayo de 1846, los Estados Unidos le declararon la guerra a México. Como se anota en Wikipedia, “México declaró la guerra diez días después, el 23 de mayo de 1846, enfrentando así una guerra para la que no estaba preparado ni económica, ni militarmente, teniendo un ejército que resultó no siempre equipado para el combate...”

El 14 de junio de 1846, en la ciudad de Sonoma, los conspiradores gringos de California se levantaron en motín proclamando el establecimiento de la República de California, la república del oso. Estados Unidos, finalmente derrotaría a las fuerzas mexicanas y le impondría a México el Tratado de Guadalupe Hidalgo, por el cual México le concedía a Estados Unidos el control sobre Texas, el territorio en disputa entre el río Nueces y el río Bravo y los territorios conocidos como Alta California y Santa Fe de Nuevo México, con lo que quedó bajo soberanía de Estados Unidos los territorios que hoy son los Estados de Arizona, California, Nevada, Utah, Nuevo México y partes de Colorado, Wyoming, Kansas y Oklahoma...


Entonces, parece ser que la historia justifica a Trump en su propósito de alzar un muro en la frontera sur de Estados Unidos y, así, evitar que los inmigrantes mexicanos se subleven y faciliten a la potencia tremenda de México la anexión de todos aquellos territorios que un día fueron de México... Precaución, eso es lo que pretende Trump y no caer en los descuidos del México de la mitad del siglo XIX y, de este modo, con el gran muro hacer a Estados Unidos más seguro y, sobre todo, hacer a Estados Unidos grande otra vez... 

1 comentario:

  1. Estimado Vieira, interesante descripción, apenas omites y te equivocas en decir que Mexico era !apenas! un virreinato de España. Esto es cierto parcialmente. México ya había sido un Imperio independiente y soberano... mucho más civilizado que digamos, la selva Amazónica y el resto de lo que hoy es Brasil, doble en superficie pero aún hoy en 2017 permeándose (y disfrutando) del capitalismo y neoliberal estilo de vida y mentalidad de los Estados Unidos de América. :P

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