miércoles, 6 de enero de 2016

Sin costados

Artículo previamente publicado en Cubanet en octubre de 2011

Mario J. Viera



En política se habla de posiciones, bien de izquierda, bien de derecha. Ambos costados se definen de acuerdo a la aceptación de determinados patrones o de estereotipos. La derecha ataca convulsivamente a la izquierda; la izquierda se revuelve furiosa contra la derecha. Tal parece que en política se avanza como el cangrejo, de lado. Se habla también de centro. Los centros no tienen movimiento, al menos en geometría. Punto fijo a partir del cual se desarrolla el movimiento rotatorio.

Aún más, se habla de centro derecha y de centro izquierda. Esto es algo mucho más difícil de definir. Es como si se hablara de un desplazamiento del equilibrio; como si el ombligo de una persona se ubicara hacia la derecha y el de otra, a la izquierda.

Todavía más. Se mencionan también los extremos, de extremo derecha, de extremo izquierda. Si vamos al diccionario de la Real Academia encontramos dos acepciones de las 14 que definen la palabra extremo que me parece se ajustan más al significado de este concepto político:

Número 2. Adj. Dicho de una cosa: Que está en su grado más intenso, elevado o activo.
Número  6. m.  Excesivo, sumo, exagerado.

Es decir, hay gente de derecha que exageran sus principios de la manera más intensa y elevada, lo mismo puede decirse de la gente de izquierda. Me imagino a ambos con expresión agria del rostro, apretados los labios y los puños tratando de imponer su verdad exagerada, particular, intolerante. Se dice que los extremos son, el fascismo para la derecha; el comunismo, en todas sus variantes, para la izquierda. ¿O no?, que pudiera haber extremistas que no sean fascistas o comunistas ¡Todo puede ser!

Pero hay mucho más. ¿Qué decir de los moderados? “Derecha moderada”, “Izquierda moderada” ¡Dios, qué complicación! Consultemos de nuevo el diccionario de la Real Academia.

Moderado: 2. adj. Que guarda el medio entre los extremos.
3. adj. Que no es extremista.

De acuerdo con esta definición, digamos como ejemplo, el de la derecha moderada está situado a mitad de camino entre la derecha propiamente dicha y la extrema derecha; lo mismo para el de la izquierda moderada. Es decir son algo más allá y algo más acá.

Permítame el lector hacerme una autovaloración, para luego entrar en tema.
Realmente no sé si soy de derecha o de izquierda; si estoy en el ombligo o a un lado de él.

Me considero pro vida y por tanto enemigo del aborto. ¡Soy de derecha! Estoy de acuerdo con los experimentos con células madres. ¡Soy de izquierda!

No comparto gran parte de la teoría de Darwin. ¡Soy de derecha!

No comparto la tesis bíblica de la creación del mundo. ¡Soy de izquierda!

Soy partidario cien por ciento de la economía de mercado. ¡Soy de derecha!

Rechazo ardientemente las tesis del laissez faire y del neoliberalismo. ¡Soy de izquierda!

Soy católico. ¡Definitivamente soy de derecha!
Soy anticlerical. ¡No queda dudas, soy de izquierda!

Considero estúpidas las tesis económicas de Karl Marx, Bakunin y compañía. ¡Soy de derecha!

Considero estúpidas las tesis de la Escuela de Chicago. ¡Soy de izquierda!

Estoy plenamente de acuerdo con los términos de la Segunda Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos. Posiblemente sea de derecha.

Creo que se debe regular el uso de las armas en contra de los intereses de la National Rifle Association. Quizá sea de izquierda.

Tal vez, definitivamente sea de centro. Sin embargo, no quiero catalogarme como uno que está en el justo medio de la derecha o de la izquierda; sin decidirme ni por una u otra tendencia o decidiéndome por un eclecticismo particular que muy bien podría ser contradictorio con el eclecticismo de otros en cuanto a qué considerar adecuado y que no.

Creo que cada cual tiene el derecho a pensar como le dé la gana. Ser todo lo conservador o liberal que se quiera. Ser del Tea Party o profesar las opiniones de la izquierda bananera de América Latina. Sin embargo, rechazo que un político electo para un cargo público pretenda imponer a toda la sociedad sus criterios derechistas o izquierdistas. Que un político religioso electo para un cargo público quiera imponer sus conceptos fundamentalistas a toda una nación o que uno ateo quiera imponer su criterio anti religioso a toda la población.

Cuando de los intereses particulares de cada sector de la sociedad se trata no cabe ni derecha ni izquierda. La sociedad no tiene costados. Toda sociedad políticamente estructurada tiene capas, coexisten en su seno clases altas, clases medias y clases laborales. Es inmoral pretender imponer los patrones que beneficien sólo a uno o dos sectores de la comunidad. Ni permitir la rapacidad y egoísmo de un sector, ni conceder las demandas exageradas de otro. Ni poder de la oligarquía, ni el demagógico poder del proletariado.


Las sociedades, y los políticos debieran ser consecuentes con este postulado, no tienen costados, solo tienen frente y espaldas y se ha de caminar siempre hacia adelante, aunque unas veces tomando atajos por la derecha y otras por la izquierda, pero nunca caminar hacia atrás porque quien camina de espaldas puede muy bien tropezar y caer.

Who controls Animal Control? (Segunda Parte)

Mario J. Viera


Si se toman en cuenta los datos aportados por el U.S. Census Bureau de septiembre de 2011, el porcentaje de pobreza de Estados Unidos en el 2010 alcanzó el 15,1% o sea, 46,2 millones de personas. De acuerdo con los patrones establecidos por la Ley de Animal Cruelty, toda persona incluida en estas estadísticas, si posee alguna mascota, es potencialmente un caso para Animal Control. Si el animal se enferma y su poseedor no cuenta con recursos para contratar los servicios de un veterinario, si el animal sufre cierto grado, por mínimo que sea, de desnutrición, porque el propietario no puede cubrir todos los gastos de alimentación del animal y ni siquiera los suyos propios y los de su familia está en peligro de ser hallado culpable de un delito menor de primer grado que puede implicar una condena de un año de prisión o multa de 5 mil dólares o ambas.

Entonces los benevolentes amantes de los animales dirán: “Bien lo tienen merecido, si no pueden ellos mismos cubrir sus necesidades, ¿para qué tienen una mascota?” Y los benevolentes amigos de los animales y los integrantes de la American Society for the Prevention of Cruelty to Animals (ASPCA), se sentirán felices porque, una persona que por su condición de pobreza no pudo atender a su mascota, ha sido condenado a prisión.

Ya lo sabes, si eres pobre, ¡olvídate de poseer una mascota! Siempre habrá un benevolente amigo de los animales vigilándote para que, llegado el caso, hacer una denuncia anónima que será bien acogida por Animal Control y actuar de inmediato en contra tuya. Solo una denuncia, sin importar que sea anónima, sin importar que haya sido hecha por el solo placer de hacerle un mal al prójimo, aunque ciertamente, para muchos que andan por ahí, su verdadero prójimo no es su vecino sino el perro o el gato de ese vecino.

Pero si alguien que no se siente muy benevolente con el molesto y constante ladrido de un perro de la vecindad se queja ante Animal Control, le dirán que para ese caso se requiere el testimonio escrito de varios vecinos. Así que, si te molestan los ladridos, si esos ladridos no te dejan dormir… lo mejor que puedes hacer es mudarte de vivienda.

Muy loable es la misión emprendida por la tan caritativa ASPCA, en la protección de los animales. Llenos están de amor. Los animales no deben ser maltratados por propietarios irresponsables o crueles y esto es la motivación de la American Society for the Prevention of Cruelty to Animals, desde su fundación el 10 de abril de 1866 en la ciudad de New York. Henry Bergh fue su fundador, fogoso orador, apóstol de los animales, logra a solo nueve días de inscribir su organización sin ánimo de lucro que se pasara la primera ley anti crueldad animal y a su organización se le garantizó el derecho de impulsar las leyes contra la crueldad.

En ese tiempo, cuando Bergh fundaba su organización pro animal, existía una fuerte efervescencia sindical en Estados Unidos luchando por el establecimiento de la jornada de ocho horas. Los obreros, de ese entonces vivían hacinados en barrios insalubres, recibiendo salarios de miseria y sometidos a largas y extenuantes jornadas laborales. Se alzaba la indignación de los obreros, dadas sus miserables condiciones de vida y por el acicate de las asociaciones tanto socialistas como anarquistas. En el año de la fundación de ASPCA se funda la National Labor Union (Sindicato Nacional del Trabajo), vigente hasta 1872, siendo reemplazada por varias organizaciones sindicales clandestinas y finalmente por el movimiento sindical Knights of Labor (Caballeros del Trabajo), no contaminado por marxistas o por anarquistas convirtiéndose en una organización nacional para el 1866 llegando a contar con una afiliación de 700 000 obreros.  

Bergh, muy caritativo con los animales, no tuvo ni la más leve simpatía a favor de los trabajadores y de sus demandas; algo muy propio de la mayoría de los pro animales. Y sí, hay que amar a los animales que como seres vivos merecen respeto, siempre que no constituyan un peligro para el ser viviente más importante del planeta: el ser humano. Y Animal Control, todos sus oficiales, ama a los animales. Aunque es cierto que a veces algún que otro seguidor de Bergh comete un pequeño desliz como le sucediera a Cindy Adams, una miembro de la Junta de A.S.P.C.A. que promueve la bendición de los animalitos en la Iglesia de Cristo y pide que se donen regalitos para las mascotas, que fue criticada porque en un acto de la benevolente organización se apareció luciendo un bello sombrero… de cuero.

Tanto es el amor de Animal Control por los animales que, en muchas ocasiones actúan de mala fe con el humano. Saben muy bien que muchísimas personas desconocen los procedimientos y sus propios derechos y vienen a tu casa, a veces en compañía de dos oficiales de la policía, y sin contar con una orden firmada por un juez y entran en la vivienda, con la autorización de su atemorizado morador ante la presencia de la autoridad y, como ha denunciado George J. Eigenhauser Jr., ya en el interior de la vivienda cualquier cosa que encuentren a “simple vista” se puede utilizar en contra de la persona: “No importa cuán limpia tenga su perrera, si ellos quieren encontrar una violación, la encontrarán”. Luego, se buscan una orden de arresto bajo las “evidencias” que a simple vista encontraron y redactarán una historia del caso “criminal” en Facebook en flagrante violación de la presunción de inocencia, así al menos, es práctica de Animal Control del condado de Charlotte en la Florida.

Sin una orden judicial, no pueden incautar un animal; pero lo hacen. Luego se buscan a cualquier inepto o irresponsable veterinario y certifican la crueldad animal. En la corte, bajo juramento, no se inhiben de mentir, quizá haya algún juez que sea un benevolente amigo de los animales y un riguroso Catón para los seres humanos. Pero lo cierto es que, en opinión de algunos afectados, en esas cortes de condado muy a menudo mienten bajo juramento.

Para impedir que un animal doméstico esté en peligro de muerte por su propietario Animal Control lo incautará y luego, cuando no encuentre un nuevo propietario para el animal, le dará muerte. ¡Vaya solución! Dicen que les practican una eutanasia, dicen que los “ponen a dormir” … Los matan, les quitan la vida, esa es la triste suerte para cualquier animal que caiga en las benevolentes manos de Animal Control y todo bajo el amparo de la Ley (Capítulo 828, del Título XLVI de los Estatutos de la Florida) y de la cobertura de amor de la ASPCA.

Es derecho inalienable de la ciudadanía supervisar y controlar todos los organismos de gobierno para conocer si cumplen con sus responsabilidades. El método adecuado para enjuiciar a los funcionarios electos incompetentes son las elecciones. Por el ejercicio del voto los electores expresan su voluntad soberana. Sin embargo, hay instituciones que requieren una supervisión más directa, como es el caso de ese cuerpo policial “especializado” y no necesario que es Animal Control. Se requiere someter a inquisición ciudadana su actuación dado que se conocen muchos de sus métodos arbitrarios en la ejecución de la Ley. En cada Estado debe ser imprescindible la formación de tantas comisiones independientes como sean necesaria para revisar los métodos de Animal Control de cada condado, estudiar los casos en que ha actuado, revisar todos los presentados a corte y emitir un juicio pormenorizado. Cada Comisión deberá estar presidida por un juez designado por el Tribunal Superior del Estado en su representación, un abogado designado por la American Bar Association del Estado; representantes de la prensa; un representante de la Unión Americana de Derechos Civiles y, claro está, un veterinario no vinculado con Animal Control. La inspección de estas comisiones independientes deberá ejecutarse cada tres años. Ya se verán cuantas violaciones de procedimiento y legales aparecen.

Ya se verá que lo ocurrido a ASPCA en 2012 no es un caso aislado. En 2012 la ASPCA se vio obligada a indemnizar al Ringling Bros y Barnum & Bailey Circus (Feld Entertainment) por $9.3 millones, cuando se encontró que el testigo clave de la ASPCA contra Feld por trato cruel a un elefante, había sido un “demandante pagado”. Feld Entertainment, a su vez, demandó a los distintos grupos de bienestar animal y al testigo pagado, acusándolos de abuso de proceso, procedimiento malévolo y violación de las leyes federales de crimen organizado a través de litigios sin fundamento. Ambas partes llegaron a un acuerdo obligándose la benevolente organización a hacer la indemnización.

El Presidente entonces de la ASPCA, Edwin J. Sayres, declaró que su organización decidió para su mejor interés resolver la disputa. (ver NBC News. ASPCA to pay $9.3 million to Ringling Bros. circus over claims about elephants. 28 de diciembre de 2012) Por cierto ser Presidente de tal Organización sin ánimo de lucro, tiene buen rédito, pues el salario de Sayres ascendía a la módica suma de 566.064 dólares. (ver Jacob Bernstein. Angst at the A.S.P.C.A. The New York Times. 28 de junio de 2013)


Es necesario revisar y reformar las leyes sobre crueldad animal, de modo que solo aquellos culpables de crueldad intencional (delito doloso) contra los animales sean llevados ante las cortes y que los que cometan daños a los animales por imprudencia o negligencia sean tratados con medidas de advertencias y reeducativas (delitos culposos), y, muy importante, que sean los departamentos de policía los encargados en esforzar las leyes sobre crueldad animal. Estos departamentos son los más aptos y capacitados.

martes, 5 de enero de 2016

Revolución

Del libro en preparación, "Amigos, Aliados y Enemigos.

Mario J. Viera

Madrugada del primero de enero de 1959. Campamento de Columbia. El general Eulogio Cantillo Porras lee ante la oficialidad reunida allí una orden general. Con voz serena, pero en tono grave, lee:

Ha caído una gran responsabilidad sobre mis hombros y sobre los de ustedes, dignos oficiales, que es la de salvar a la nación y terminar esta guerra fratricida, que ha costado tantas vidas.
El Presidente de la República, no deseando derramar más sangre, ha renunciado; el presidente de la Suprema Corte, doctor Carlos M. Piedra, ha sido designado como Presidente de la República.
El Presidente se ha embarcado. El Jefe del Estado Mayor Mixto, el Jefe de la Marina y el Jefe de la Policía Nacional, también se han embarcado. El Presidente del Senado y el vice-Presidente de la República, como también algunos funcionarios de las fuerzas armadas, han renunciado.
Hemos asumido el mando de las fuerzas armadas y hemos designado al coronel Daniel G. Martínez Mora como jefe de operaciones.

Ahora entregaría el mando del ejército al Coronel Ramón Barquín, liberado de la prisión de Isla de Pinos por orden emitida por el mismo Cantillo. Radio Rebelde emite un Boletín Especial: “Se acaba de anunciar desde el campamento de Columbia que el tirano Batista ha huido. El general Cantillo a nombre del Ejército anunció que ha tomado el mando de la Junta Militar”; y Castro emite orden a Camilo Cienfuegos para avanzar con su columna “sobre la ciudad de La Habana, para rendir y tomar el mando del Campamento Militar Columbia”, y a Guevara le nombra Jefe del Campamento Militar de la Cabaña ordenándole “avanzar con sus fuerzas sobre la ciudad de La Habana, al paso que rinda las fortalezas de Matanzas”.

Así concluía todo un proceso de negociaciones del General Eulogio Cantillo, con el General Francisco “Pancho” Tabernilla Dolz, los altos mandos del Ejército y Batista, que había tenido su inicio algunas semanas antes. La guerra estaba perdida y había que intentar salvar lo que se pudiera de un ejército humillantemente derrotado por una fuerza militar, irregular y sin formación académica en el ejercicio de las armas.

El general Tabernilla, viendo que ya no era posible salvar al gobierno de Batista, había instruido al General Eulogio Cantillo, como jefe de operaciones militares en la provincia de Oriente, para que gestionara una entrevista con Fidel Castro, intentando buscar una solución honrosa al conflicto que ensangrentaba al país. Un sacerdote, el padre Francisco Guzmán Venet actuaría como intermediario entre Cantillo y el jefe insurrecto para concertar la entrevista. La entrevista entre los dos jefes se realizaría el 28 de diciembre en las ruinas del Central Oriente.

Al encuentro con Castro llega Cantillo a bordo de un helicóptero del Ejército. Estaban presentes, el padre Guzmán, el coronel José M. Rego jefe del Cuartel Moncada, Raúl Chibás y un pequeño grupo de militares. Cantillo se presentó a nombre del Ejército y con autorización del General Tabernilla. Castro, entonces le precisó que no tenía que hablar ni a nombre de Tabernilla ni de Batista y le aseguró “que el Ejército (los militares honorables) no tenía por qué cargar con la culpa de los crímenes que cometía la pandilla de los esbirros de confianza de Batista”. Lo que allí, en aquella reunión, se acordó se conoce solo por la versión dada por Castro: el 31 de diciembre, a las tres de la tarde, el general Cantillo haría un llamamiento pidiendo la renuncia del Gobierno; no se permitiría la fuga de Batista y los cuarteles de Oriente debían rendirse al Ejército Rebelde. Además, Cantillo, se dice, se comprometería a no hacer contacto con la Embajada de Estados Unidos y a no dar un golpe de estado. De regreso a La Habana, Cantillo informó a Batista diciéndole que era imposible evitar la ocupación rebelde de Santiago.

Cantillo intentó ganar tiempo. Había jurado de fidelidad al gobierno y hacía todo lo posible para que Batista pudiera salir hacia el exilio y quería, sobre todo, salvar el honor de las fuerzas armadas. Castro le acusó de haber incumplido con el acuerdo de no contactar con la embajada americana, pero no él, sino Tabernilla fue quien se entrevistara con Smith, el embajador. Así lo declaró el teniente coronel Irenaldo García Báez, el 22 de junio de 1959 en el Hotel Jaragua, Republica Dominicana:

Fue Francisco Tabernilla quien se reunió con el embajador de Estados Unidos a quien le habló de la posibilidad de una Junta militar. Cuando el embajador le preguntara si él presidiría la Junta, Tabernilla le dijo que no y alargó la pregunta “qué le parecía el general Cantillo”. El embajador evadió la respuesta y le dijo que “en todo caso consultaría a su gobierno”.

Cantillo sería considerado, como dice, Rafael Rojas, doblemente traidor: “Según Castro y la historiografía castrista, Cantillo traicionó a los rebeldes, a pesar de que aquel acuerdo fue el origen de la valiosa colaboración del coronel José M. Rego Rubido (…) Según Batista y la historiografía batistiana, Cantillo fue también un traidor, a pesar de que tras la renuncia del 31 de diciembre lo dejaron a él como cabeza militar de una junta civilmente presidida por el magistrado Carlos M. Piedra”.

Batista huye; ¿por qué de manera tan intempestiva que toma a todos por sorpresa, tanto a la Embajada americana como al propio Fidel Castro. Carlos Alberto Montaner[1] intenta dar una razonable explicación dell por qué:

(Batista) se vio súbitamente repudiado por el pueblo y “traicionado” por dos de los pilares básicos de su gobierno: los americanos y las Fuerzas Armadas. A su memoria acudieron los acontecimientos de 1933, en los que otro general dictador, Gerardo Machado, caía víctima de los mismos factores: la opinión pública, el Ejército y la embajada de los Estados Unidos. Se vio, como Machado en 1933, incapaz de controlar los factores de poder, y temió ser víctima de la ira popular si se desencadenaban desórdenes callejeros en medio de la anarquía revolucionaria, semejantes a los que habían conmovido al país veinticinco años antes. Víctima de esta pesadilla, sin gloria ni grandeza, el general huyó al amanecer, dejando en total desamparo a miles de hombres comprometidos en la defensa de su innoble causa.

Como quiera que sea, las puertas ya se habían franqueado para dar paso a una nueva revolución, la revolución hecha a imagen y semejanza de las sui generis concepciones ideológicas de Fidel Castro.

Al fin hemos llegado a Santiago”, afirmaría un entusiasta Castro en su primer discurso en público tras el triunfo de la insurrección. Al fin había llegado al poder, y lo hacía el mismo día cuando se cumplieron 60 años de la asunción del general John R. Brooks a la gubernatura de la isla luego de la derrota de España en la Guerra Hispano-americana de 1898. Coincidencias que a veces, como por broma, ofrece la historia.

La Revolución empieza ahora”, afirmó Castro y es así porque ya había llegado al poder, aunque escondido detrás del mascarón de proa de un gobierno provisional fantoche. “Esta vez, por fortuna para Cuba, la Revolución llegará de verdad al poder. No será como en el 95 que vinieron los americanos y se hicieron dueños de esto. Intervinieron a última hora y después ni siquiera dejaron entrar a Calixto García que había peleado durante 30 años, no quisieron que entrara en Santiago de Cuba”. Y proclama: “…el pueblo es el que ha conquistado su libertad y nadie más que el pueblo”. Y le pide al pueblo: “¡Tengan confianza en nosotros!, es lo que le pedimos al pueblo, porque sabemos cumplir con nuestro deber”. Y asegura: “Yo no voy a decir que la Revolución tiene el pueblo, eso ni se dice, eso lo sabe todo el mundo. Yo decía que el pueblo, que antes tenía escopeticas, ya tiene artillería, tanques y fragatas; y tiene muchos técnicos capacitados del Ejército que nos van a ayudar a manejarlas, si fuese necesario”.

Se lanza contra el magistrado Piedra que asumiera la Presidencia al quedar vacante los cargos de Presidente y de vicepresidente, de acuerdo a lo establecido por la Constitución de 1940 y coloca su rechazo al magistrado, que nadie del pueblo tiene idea de quién es, como rechazo popular: “¿Quién quiere al señor Piedra para presidente? Y la multitud que le escucha rompe en abucheos y gritos de “¡Nadie!” Y ya. Se cumple lo que “el pueblo” aprueba por aclamación: “Si nadie quiere al señor Piedra para presidente, ¿cómo se nos va a imponer al señor Piedra para presidente?  Si esa es la orden del pueblo de Santiago de Cuba, que es el sentimiento del pueblo de Cuba entera, tan pronto concluya este acto marcharé con las tropas veteranas de la Sierra Maestra, los tanques y la artillería hacia la capital, para que se cumpla la voluntad del pueblo”. Y Castro aclama al magistrado Manuel Urrutia como Presidente del Gobierno Provisional, cual si fuera una decisión popular, aunque fuera solo la de ese grupo de santiagueros que le vitorea: “Quiero aclarar que, en el día de hoy (…), tomará posesión de la presidencia de la República, el ilustre magistrado, doctor Manuel Urrutia Lleó. ¿Cuenta o no cuenta con el apoyo del pueblo el doctor Urrutia?” Y le responde un grito multitudinario de aprobación. Entonces afirma: “Pero quiere decir, que el presidente de la República, el presidente legal, es el que cuenta con el pueblo, que es el doctor Manuel Urrutia Lleó”.

Las revoluciones no son movimiento de ciudadanos, sino movimiento de masas; y ya Castro, desde el primer día comienza con su trabajo de agitador de masas. Toda revolución en sus etapas iniciales es populista; porque sin el apoyo popular devenido en apoyo de masas o de populacho, fracasan. Y Castro proclama al pueblo como el conductor verdadero de la insurrección y con el pueblo coquetea para ganarse su simpatía, y aún más, si fuera posible, su adoración como el Mesías ansiado. Identidad pueblo-revolución. El mal que se haga contra la revolución se entiende hecho contra todo el pueblo: Dice Castro: “Los ataques contra la Revolución van contra el pueblo, los ataques contra nosotros van contra el pueblo, porque nosotros aquí no representamos otro interés que el interés del pueblo[2].

Las revoluciones comienzan con la toma del poder del partido revolucionario y solo desde el poder se ejecuta la revolución, así ha sido con la Revolución Francesa del jacobinado, así fue durante la mini revolución de la Comuna de París, y así ha sido con la revolución bolchevique de 1917.

Desde ahora en adelante se cumplirían las leyes que rigen un movimiento revolucionario:

En toda revolución rige la Ley de Jano, un rostro mirando al pasado que la justifica, y otro rostro mirando al futuro que la anima, y nunca mirando al presente. Se impone el miedo al retorno del pasado, formándose a posteriori el miedo a la libertad: “en un proceso revolucionario tan hondo como este ─ dirá Castro el 6 de febrero de 1959 ─, no caben términos medios, que un proceso revolucionario como este llega a la meta o el país se hunde en el abismo, que o avanzamos cien años o retrocedemos cien, que una recaída en el pasado sería la peor suerte y la suerte más indigna que pudiera caberle a un pueblo como este”. Y ratifica este concepto el 16 de marzo cuando toma posesión del cargo de Primer Ministro: “¡El fracaso de la Revolución es el abismo, la guerra civil, el mar de sangre y, al fin y al cabo, el regreso de Batista, de Ventura, de Chaviano, de Masferrer, de Carratalá y de toda aquella caterva de criminales!, porque aquí no hay términos medios”. La Revolución promete la libertad; pero las libertades han de ejercerse bajo un condicionamiento: “hacer un uso digno y patriótico de ellas”, según el criterio de Castro, entendiéndose como “patriótico” el apoyo que se dé al partido revolucionario y solo a la revolución.

En toda revolución existe la violencia de la Titanomaquia: las fuerzas revolucionarias reprimen con violencia a las fuerzas antagónicas opuestas a la revolución, la contrarrevolución. A la revolución siempre se opondrá una Vendée.

En toda revolución fatalmente se cumple la Ley de Saturno, cuando comienzan los antagonismos dentro del mismo partido revolucionario: la fuerza hegemónica del partido revolucionario, anula o asesina a la minoría disidente. El fuerte devora al débil. Si, así lo vislumbra el mismo Castro cuando dice en su discurso del 8 de enero de 1959 en el Campamento de Columbia: “Los peores enemigos que en lo adelante pueda tener la Revolución Cubana somos los propios revolucionarios”.

Toda revolución se proclama a sí misma, a su movimiento, ser “fuente de derecho” por la dinámica propia de las transformaciones que implanta. En toda revolución hay combate contra un enemigo objeto ─ aristócrata, oligarca, terrateniente, burguesía, los grandes intereses ─ al que se le identifica como causante de todos los tropiezos y la razón que justifica la violencia revolucionaria. Castro identificara como enemigo objeto al “imperialismo” o a los “ricachones”: “Ustedes saben bien que hay gente que no tiene que trabajar ─ denuncia en Santiago de Cuba en discurso del 30 de noviembre de 1959 ─.  Ustedes saben bien que hay gente que en su vida ha derramado una sola gota de sudor.  Ustedes saben que hay gente que vive muy bien y sin embargo no trabaja, y que, sin embargo, tiene tiempo de sobra para murmurar, para regar “bolas” y para hacer campañas contrarrevolucionarias”. Lucha de clases según la doctrina marxista de interpretación de la historia.

Las revoluciones necesitan de las crisis, reales, imaginarias o auto creadas, para prolongarse en el tiempo. Las crisis justifican los medios.

 Toda revolución cumple con una función sigmoide: inicio, clímax y decadencia. En toda revolución que se pretenda continuar más allá del marco de sus objetivos, prolongarla en el tiempo, se cumple la Ley de Termidor: la revolución deviene entonces en su propia antítesis.

Todos estos factores se irán manifestando en la “Revolución Cubana” con el transcurrir de los años.

Para Silvio Costa[3], las revoluciones “se dan a partir de las modificaciones económicas, sociales, políticas, culturales, que agravan las contradicciones inherentes al propio desarrollo de las sociedades, y cuando una parte significativa de la población entiende que no es posible continuar viviendo bajo el orden económico, social y político existentes, y que es necesaria una transformación”.

Para la llamada Revolución Cubana, ¿se cumplen estos presupuestos?


[1] Carlos Alberto Montaner. Víspera del Final: Fidel Castro y la Revolución Cubana. GLOBUS. 1994.
[2] Fidel Castro: Discurso ante los trabajadores de la Shell 6 de febrero de 1959
[3] Silvio Costa. Comuna de París: Historia y Revolución. Madrid, invierno/2001