sábado, 11 de febrero de 2017

Benito Remedios Langaney

Mario J. Viera

Quiero decir algo sobre este personaje; ¿lo recuerdan? ¡Qué van a recordarle si tienen menos de 70 años! Todo un personaje, sí, pero no como ejemplo, o tal vez sí, como ejemplo. Un personaje como tantos que hubo en nuestra fenecida República, aquellos que de la Constitución hicieron papel higiénico. Nació a finales del siglo XIX, en Bauta, se hizo conocido en tiempos de Gerardo Machado alcanzando el curul de Senador de la República en 1930 y concluyó su vida en 1952, apenas dos meses antes del golpe de estado de Fulgencio Batista. Entonces gobernaba Carlos Prío Socarrás al que le llamaron “Presidente Cordial” y Benito Remedios era Representante a la Cámara. Déjenme decir que los gobiernos de Prío y de Ramón Grau San Martín, ambos del partido Auténtico, fueron, con mucho, los gobiernos más democráticos que conociera la República, aunque matizados y lacerados por la alta corrupción que prevaleció, tanto en esos gobiernos como en los anteriores, mal típicamente hispano. Benito Remedios Langaney sería el arquetipo de aquella fauna de políticos corruptos.

¿Por qué traigo a la luz este personaje? Creo que él sería el paradigma de aquellos que, salidos casi de la miseria, llegarían a ser grandes potentados. ¿Brillantes? Sí y no, depende del modo como se les juzgue. Remedios, dicho a lo cubano, era un verdadero seboruco, un animal con ropas, según le conocían sus contemporáneos. Como tuvo un gran éxito financiero acaso alguno pudiera pensar: “Este hombre pudiera ser un magnífico candidato para la presidencia, porque no es un “loser”, un perdedor; si triunfó en los negocios...” Es que así muchos piensan, sin verdaderamente pensar.

Sí, era muy hábil para ganar dinero, sin importarle modos y medios. “Su niñez ─ nos relata un periodista oficialista del castrismo ─ fue muy dura, pues desde muy temprano tuvo que ser carretero, narigonero de la Finca Baracoa, cortador de caña, y hasta cultivador de piña en la que se especializó”; pero esta situación de su niñez, nos sigue relatando el periodista que esbozara su biografía,  “quedó atrás, pues a partir del cultivo de esta fruta, por la década del 1910, comenzó a enrolarse en negocios varios que muy pronto le proporcionaron el título del Zar de la piña en Cuba”. Cómo llegó a alcanzar tan importante posición entre los terratenientes cubanos partiendo desde su humilde origen, no lo aclara el autor de las anteriores citas. No tenía dinero, pero ya en sus tempranos veinte años de edad se proyectaba como un acaudalado.

Teniendo en cuenta su carácter personal, rudo, violento, con algo de matonismo y carente de escrúpulos, podemos hacernos una idea de cómo pudo llegar a ser propietario de un fundo importante. Hay muchas anécdotas sobre sus arranques de violencia, propios de un individuo poco o prácticamente carente de ilustración. Se cuenta que en una ocasión cuando viajaba hacia su hacienda en Bauta, en plena Carretera Central, tuvo problemas con su automóvil. Detuvo el carro que por más que lo intentara no se ponía en marcha, echó a un lado a su chofer que en vano trataba de hacer funcionar el vehículo, extrajo su revólver y en el mismo centro del radiador descargó toda su arma, se dice que él solo pronunciaría una lacónica frase: “este hijo de puta no seguirá jodiendo”. Se conocía también, así lo escuché por aquellos tiempos de antes del golpe de estado, que tenía un medio eficaz de resolver las disputas laborales que le presentaban... ¡Enredarse a golpes con el reclamante! Y no era fácil ganarle por su gran corpulencia y fortaleza física.

Olfateaba como un mastín dónde encontrar fuentes seguras para su poder y así, siendo un iletrado, se metió en la política y hasta ganó su asiento en la Cámara de Representantes en 1927 y en 1932 llegó a Senador. Pero a Remedios no le interesaba para nada la política, sus intereses en el Congreso era encontrar mejores beneficios a favor de sus empresas, que ya iban siendo muchas. Una frase suya expresa claramente cuál era el propósito de Benito Remedios en la política: “Siendo legislador me ahorro los impuestos que me “comería” el fisco si fuese particular”. Esta idea, no expresada tan cínicamente por el poco político Remedios, ¿acaso no está presente en el ánimo de muchos congresistas de la actualidad, sean de América Latina y sea hasta de Estados Unidos?

El rústico y pendenciero Benito Remedios llegó a construir un imperio agro pecuario, era el dueño del Central Río Cauto en Oriente que había comprado en 1949 en sociedad con un hacendado de nombre Melchor Palomo Beceiro; en Camagüey sus herederos poseyeron las fincas Cascorro y Carvajal formando parte de la Compañía Agropecuaria Hermanos Remedios que alcanzaba una extensión de 1 135 caballerías (unas 15 230 ha), poseía además la Empresa piñera La Cubanita en la región de Ciego de Avila y varias colonias de caña que producían alrededor de 25 millones de arrobas de caña por zafra.

Todo le marchaba viento en popa hasta aquella tarde del 15 de enero de 1952 cuando su prepotencia y sus maneras bruscas le costaron la vida. Ocurrió frente a la Plaza del Vapor; bueno, muchos habaneros que nacieron con posterioridad al 1959 no tendrán conocimiento de aquel añejo edificio que se ubicaba en la manzana comprendida entre las calles Galiano, Reina, Águila y Dragones, donde hoy se alza el Parque El Curita. “Ese día ─ rememora Ciro Bianchi Ross del oficialista Juventud Rebelde ─, sobre las cuatro de la tarde, en los alrededores de la plaza del Vapor, Remedios ordenó a su chofer que aparcara el automóvil donde pudiera y lo esperara mientras hacía una gestión con vistas a la postulación de su hijo al Parlamento. El vigilante Carlos Gutiérrez Arocha, de posta en el semáforo de la mencionada esquina, vio al vehículo detenerse en una zona vedada de Reina entre Águila y Galiano. Pensó que hacía una parada momentánea, pero como los minutos pasaban y seguía en su mismo sitio, avanzó hacia el automóvil para conminar al chofer a buscar otro espacio libre”.


Entre el policía y el chofer se produjo una fuerte discusión alegando este que era el carro de un representante de la Cámara y que podía aparcar donde quisiera. Finalmente. el agente del orden le impuso la correspondiente notificación cuando vio aparecer a Benito Remedios que muy molesto y pistola en mano se acercaba a él: “¡Óigame bien! ─ rugió Remedios ─ Soy el representante Benito Remedios y ni usted ni el jefe de la Policía me pueden multar. ¡Rompa ese papelito ahora mismo!” y comenzó a vapulear al agente Gutiérrez. Luego de abofetearle colocó su pistola al costado del policía: “¡Te voy a matar!” vociferaba Remedios. El uniformado se aferró al brazo armado del provocador tratando de desvía el arma; en ese forcejeo Benito Remedios cae al suelo, intenta recuperar su arma y abrir fuego contra el oficial, pero este, más rápido, extrae su revólver y le propina tres disparos que serían mortales.  Así terminaría la vida y la carrera de aquel matón que logró convertirse en acaudalado empresario. El hombre que de la política hizo un buen negocio y que nunca pretendió llegar a ser presidente.

4 comentarios:

  1. Este comentario lo escribo para notar errores repetidos después de escuchar relatos de un individuo Castrista que representando a su gobierno difama a todo individuo que con su trabajo logró lo que envidiaron de el. Si, Benito Remedios Langaney logró con su trabajo, esfuerzo y constancia y sin tener un título universitario ser dueño de una magnífica Industria de Conservas de Piña, pero también de centrales azucareros y propiedades a traves de la extension de las 6 provincias de Cuba. Y para continuar la aclaración Mi abuelo, Benito Remedios Langaney nunca trabajo para nadie que no fuesen sus propios padres, mis bisabuelos. La piña �� la aprendió a cosechar con ellos en tierras de su propiedad. Para sacar un escrito como este es necesario corraborar la información debidamente y no repetir lo que cuenta un historiador de la época de Los Castro. Tiene toda la razón al mencionar que tuvo un carácter fuerte pero nunca robo lo que poseia y pudo dejar a sus herederos. De los fondos gubernamentales no robo como muchos hicieron porque no lo necesitaba. Su puesto como Senador de la Republica de Cuba durante el gobierno de Carlos Primo Socarras tanto a el como a los demás senadores los exhoneraba de pagar impuestos por sus propiedades no estaba evadiendo impuestos como sí muchos han hecho a través de los años. Sería demasiado extensa mi aclaración si continúo. Solo permítame mencionar que justamente por este tipo de envidia y actuación logró Fidel Castro apoderarse del pueblo de Cuba y robar toda propiedad que con mucho sudor y esfuerzo lograran los luchadores Cubanos antes de enero de 1959.

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    1. Que bueno que sale alguien y defiende su punto de vista. Bien por Aimee.

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    2. Conozco bien la historia pues mi abuelo Gervacio Oliva Robaina era su cuñado hermano de Adelaida (Nene Oliva) así le decían y mi madre siempre nos contaba y decía q Benito era muy buena persona.

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  2. Te aplaudo Aimee por la aclaracion, ya que la envidia hace que solo hayan criticas, pero no cuentan todo lo que tenia que trabajar para estar al tanto de todo negocio que tenia, ya que no se lo confiaba a nadie, el mismo daba las ordenes y estaba al tanto de todo lo que se hacia en sus empresas y negocios que tuvo. Era un GENIO por eso llego donde llego, sin haber estudiado y esa sabiduria NADIE por mucho que critiquen lo puede ocultar. :)

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